Ciao ciao

Tengo miedo.

Miedo de despegar todas las fotografias de la pared y que dejen demasiada huella en mí.

Miedo de marcharme para no volver.

Miedo de saber que esto que tengo aqui se ha acabado y que ya no volverá jamás.

Miedo de perderme, de no saber que hacer, de olvidar.

Y es que conforme van pasando las horas siento más cerca esa despedida que aún me niego a asimilar. Suelo engañarme a mi misma diciendome que las cosas igual que llegan se van, que la vida se compone de etapas y que esta ya casi ha llegado a su fín, pero en el fondo no es eso lo que realmente quiero.

Me agarro con uñas y dientes a algo que sé que ya está muriendo, e incluso podría decir que murió en el momento en el que cada pequeña parte de mi mundo aquí comenzó a emigrar hacia otros lugares. Peleo, lucho, por una guerra que ya está perdida.

Ya no soy la misma persona que llegó aqui un 24 de septiembre de 2009. Conforme ha crecido mi mundo he sido capaz de hacerlo con él, de conocer incluso otras realidades de las que he añadido un pedazo a mi persona. El regreso me deja sin palabras, porque al igual que yo he cambiado, todo mi mundo lo ha echo, no quiero establecerme de nuevo en la rutina diaria de una ciudad en la cual no me siento cómoda. Rodeada de gente y a la vez sola, perdida como una aguja en un pajar.

Me pregunto que pasaría si pudiera rebobinar este año y volver a vivirlo de nuevo, si lo exprimiría de la misma forma o no, si me ahorraría algunos momentos o si por el contrario los volvería a llevar a cabo del mismo modo (que probablemente sería lo que haría).

Sólo me quedan 8 días para decirle hasta nunca a París y hasta luego a Barcelona, una semana que pienso disfrutar como nunca lo he echo.