JA!

A lo largo del día de hoy he caido en la cuenta de la increible capacidad del ser humando para acumular recuerdos en el desván de la memoria.

Esa facilidad para rememorar lugares, situaciones y personas a lo largo de nuestra vida. Es una característica que valoro más conforme pasa el tiempo. ¿Qué sería de nosotros si no guardaramos todos esos momentos, ya sean los más tristes o los más felices? No niego que a veces cambiaría mi cabeza por la de un ordenador que eliminara del disco duro todos los virus que plagan la red, pero después, pensandolo friamente, ¿de qué me serviría eso? si no recordara los malos momentos tampoco recordaría los mejores. Como siempre digo los extremos existen por algo.

En estos momentos, me limito a disfrutar del paso de cada segundo, exprimiendolo al máximo, disfrutando de todo aquello que se cruze en mi camino.

He eliminado para siempre las lágrimas, las malas caras, y he decidido hacer de mi verano una sonrisa eterna. Con tardes bañadas en helado de limón, paseos en moto alrededor de la ciudad, sintiendo el aire en la cara entrecortandome la respiración, carcajadas acompañadas por el ritmo de la música, experimentos en la cocina......

Me queda poco tiempo para conocer la ciudad a fondo, y pienso hacerlo de la mejor manera, feliz.