Dias de verano al son de la maravillosa capital catalana.
Saboreando el ambiente, el ir y venir de la gente me paso los días amando el sol.
Echo de menos la sal de unos labios gemelos, me conformo con ver como se entremezclan de forma ajena a mí. Añoro no despertarme con el roce de unos pies acariciando los mios sin la intención de despertarme, sólo por el hecho de sentirlos más cerca. Fijar la mirada en un punto y perderme durante unos segundo sin motivo alguno, tranquila, placida, "agusto". Sin pensar en nada, con la mente en blanco.
Pero la vida siempre tiene una sorpresa, y el verano es una época perfecta para darlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario