Las mustias hojas plagan las aceras de la calle,
la gente sigue con el estrés de la rutina diaria.
Aquí dentro, en cambio, el calor se introduce por cada poro de mi piel.
Miro a través de la ventana y observo como la incesante cantidad de coches inunda la calzada, hace frio.
Los arboles se mueven al compás de la brisa, en un baile erotico por conquistar mi mente.
Cigarro en boca absorvo el humo que va recorriendo todas y cada una de mis venas llenandome de un aire de emociones vanales.
Ya nada es importante, me dejo llevar por la relajación y disfruto de los pequeños detalles de esta ciudad, sin dejar de recordar lo que me llevó hasta aqui. Cada minuto hace que me sienta diferente a lo que era, agolpando a miles de personalidades dentro de mi.
Siempre se puede llegar a cambiar, ¿o no?
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