"Siempre se llega a alguna parte si se camina lo bastante"
(Alicia en el pais de las maravillas)


12/9/11

Bordeaux

-Tengo que hacerle una pregunta.

- Dígame, señorita.- asomó entre cajas y libros viejos

- ¿Qué se siente?

Nunca le habian preguntado tal cosa, su opinión no había contado jamás. Con ceja enarcada y media sonrisa hundió su mirada entre el pliegue de la camisa que dejaba entrever sus encantos femeninos.
Ella, absorta y consciente al mismo tiempo, no dejó de sostener sus oscuros ojos esperando una respuesta.

- No sé a qué se refiere, señorita. ¿Qué se siente cuando pasa qué?

La luz penetraba en la tienda, cubierta de polvo y antiguas historias que ya nadie recordaba. Sus mejillas se apagaron, y el burdeos fue a parar a sus labios, entreabiertos y sorprendidos.

- Qué se siente cuando tantos años aquí sepultado entre fabulas y princesas le hacen vivir al margen del mundo. De estas batallas entre seres humanos que no se sustentan en nada, del dinero, del desamor, del tiempo que se escapa entre los dedos. Me cambiaría por usted sin pensarlo, viviendo entre libros, sin dolor.

Olía a perfume caro, del francés. Y a cuero viejo.
La melancolía del librero era palpable en el ambiente.

-Ay! Señorita mía, pero qué cosas dicen las almas jóvenes que han vivido demasiado.
No sabe usted lo que anda deseando, y ándese con cuidado porque muchas veces los deseos pueden presentarse frente a sí.
Vivir entre libros no es más que otra cadena, más que un refugio, más que miedo. El dolor, el amor, el sufrimiento, es todo aquello que nos hace ser personas. Sin batallas no se consiguieron continentes, sin lucha no hay recompensa. Y si, es cierto, que muchas son infundadas, mentiras, pero hay muchas otras batallas sin las que no conquistaríamos nuevas metas.
Y al fín y al cabo, ¿qué es la vida sino una sucesión de ellas? Si perdemos eso, para qué vivir.

Las arrugas de su frente se hundieron en la carne formando ríos de felicidad. Hasta ahora, no había sido más que una muchacha de 18 años, la cual había dado paso a un brote de energía en plena madurez.
Extrañado por sus años sumergido entre libros y los millones de cuentos que se habían alojado en su memoria, llegó a confundirla con una antigua dama de las Camelias.

Y tal y como llegó, se deslizo hacía la puerta, con tal suavidad que sólo dejó trás de sí una dulce carcajada y un intenso olor a perfume francés.

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