Qué decir, cómo moverme, la inseguridad está adherida hasta el más mínimo ápice de mi alma.
No hay mejor comparación para relacionar mi estado de ánimo que aquel sentimiento que surge cuando vuelves a ver a alguien después de la primera noche que compartes con esa persona, esa primera noche que es única con todos y cada uno de los cuerpos que vamos tocando a lo largo de los años.
Los nervios te invaden, te pasas el tiempo previo a la "cita" pensando en cómo reccionará, qué hará..¿te besará?¿te sonreirá?¿te dirigirá esa mirada?..apuntando en tu cabeza tus movimientos, tus palabras...con miedo a lo desconocido..
Las manos comienzan a sudar minutos antes de encontraros, y el corazón te palpita tan fuertemente que te impide respirar tranquilamente.
Finalmente, sabes, que en cuanto cruces la primera mirada furtiva sabrás cómo debes proceder. No es hasta justo en ese momento cuando la mente se aclara y entiendes perfectamente, que no importa lo que haga la otra persona, sino en cómo reacciones tú.
Ese es el jodido proceso que estoy sufriendo, con la pequeña diferencia de que ya no es "la primera cita", sino que ya hemos tenido varios encontronazos. Hemos pasado noches pasionales, enérgicas...ratos en los que la comprensión ha hecho de las suyas...armonía a la perfección... y por otro lado, también hemos sufrido las más horribles peleas, llantos y gritos de decepción.
Si señor, si es que esto es como el perro que ni come ni deja comer..
Indudablemente, el destino y yo, no somos una pareja perfecta, de hecho, actualmente, estamos inmersos en unas de nuestras peores crisis.
Y encima, no paro de echar de menos.
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