Ella.

Algo más ayá rondaba en su cabeza.

Veía pasar de forma lejana los días de verano al son de la luna. Acariciando los atardeceres calientes que pasaban cerca de su boca.

Reía, esperando el día en el que todo cambiara, el dia en el que el mundo girara alrededor de ella misma.

Paseaba su mirada entre la multitud que se avalanzaba en el metro, en el intento de hacer llevadera esa incertidumbre que plagaba el ambiente.

Se enrroscaba el pelo entre sus dedos, desesperadamente, como si aquello fuera a hacer que los nudos del interior de su cabeza fueran a deslazarse. Deseando el momento de volver a empezar de nuevo, en una ciudad desconocida , con gente ajena a la vida, pausadamente.

Acurrucada en la cama, al final del dia, se estiraba como si de una goma de chicle se tratara, intentando despegar de su cuerpo la fina corteza que la rodeaba. Dejaba un hueco entre las sabanas permitiendo asomar la cabezita de sus pies.

El amor de los desconocidos habia bastado para hacer un hueco en su cama, sin dejar que nadie más la ocupara durante un tiempo indefinido. Desatando las pasiones más ocultas y dejandose llevar por el placer del primer roce.

Así pasaba los días. Viviendo lentamente cada pequeño detalle.