Tic tac tic tac tic tac..
Apuntaba la madrugada, calmaba la lluvia a través del cristal.
Tic tac tic tac tic tac..
El tiempo programaba una serie de acontecimientos que estaban por llegar.
Tic tac tic tac tic tac..
Una brisa dorada embanaiba la ventaba, giraba el pomo intentando entrar.
Tic tac tic tac tic tac..
Conseguida la tarea, la propia brisa se decidió a pasar. Sin llamar. Sin pensar.
Aguda, brava, acongojada por el aroma del hogar, se preguntó que tanto tiempo podría estar sin molestar.
Intuyendo su escaso tiempo de vida, se limitó a disfrutar, a observar, a pasear alrededor del lugar.
Rodeó la sala, y después el umbral del pasillo, paseó formando surcos a través de los muebles, pícara brisa, que pasa sin avisar. Atisbó un lugar hace tiempo poco visitado, y decidió perderse entre los remolinos de polvo, entre las fotografías roidas por las polillas. Y allí, se sentó, observando a su alrededor todo lo que el tiempo se había llevado consigo.
Recuerdos, y más recuerdos.... trajes usados en galas, imágenes de un tiempo feliz, espejos a medio reflejo..
El tiempo acababa carcomiendo hasta la más minúscula mota de polvo.
El tiempo, ese, que pasa sin pasar, ese, que ama sin amar, ese, que a todos nos llega.
Hermoso lo que escribiste... aunque veo que hace tiempo no publicas. Me encantó leerte.
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