L'hiver

Envainaban la noche gigantes de cemento pulido. Cubiertos por luciérnagas fosforecentes. Amantes de la luna que se erguían en busca de un beso que los fundiera con ella.
Sonaban relámpagos de claxons y risas embriagadas por el vermut, por la brisa colándose bajo las blondas de seda.

Retozaba frente al cristal abierto de par en par, discutiendo, entre saltar y no saltar.
Tomó una fuerte bocanada de humo, extendió aquellas alas que permanecían rezagadas desde hacía años, y decidida se posó sobre el oscuro hierro de la barandilla.
Ella, la observaba desde la puerta, absorta, hundida en el éxtasis, nunca una golondrina le habría parecido tan majestuosa.

Le bailaba el borde del vestido con el vaivén de las caderas, lo que sólo importaba cuando una corriente de aire hacia vislumbrar sus braguitas colmadas de puntilla. Sonreia, y tibiamente amainaba el movimiento con un suave gesto de sus manos.
Subyacentemente tranquila, acomodada frente a una parte de su cama, obsequiando un hueco a la confianza, plenamente segura, y acurrucada sobre su torso.
Amasada por besos sin retorno, por promesas cumplidas, por sueños compartidos.
Por bocanadas de aire.
Por silencios.
Por respiraciones sobrecogidas. Entrecortadas.
Sin esperas, sin secretos, desnuda de dignidad y sentimientos.
Despojada de telas y mantos, de nada que la cubriera.
Desnuda. Totalmente desnuda.


Y no tenía frío. Y sólo portaba calor.
Y eso, que ya había comenzado el invierno.