Segundos para desear un roce, un simple cruce de miradas que nunca llega (no de la forma más indicada)
Sonrisas que hipnotizan, usualmente impropias.
Observar desde la sombra de un espectador todo lo que acontece.
Formar parte de ello, y no hacerlo al mismo tiempo.
Fingir el mayor orgasmo de tu vida al pegarle un mordisco a las ajenas.
Y posarte entre las sábanas,
sabiendo, fehaciente,
que nadie te echará de menos.
En ciertos momentos me ha parecido necesaria una sensación así, pero cuando se hace crónica es cuando se vuelve insostenible.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Ese es el gran problema...todo lo que se hace crónico nunca fue bueno
EliminarUn saludo.
:)