Noches. Tardes. Pero sobre todo noches.
Se ajustaba su sostén. Divagaba sola, sin bragas.
Sólo con una sonrisa puesta en su mirada.
Suspendia su cuerpo, y bailaba al son de la madrugada.
Entre las calles. Movía sus caderas.
Y besaba labios ajenos al sumiso toque de las sirenas de la noche.
Balanceo inaudito, de ese que solo ven los más osados.
Rumbando al amanecer.
De vuelta a casa. Después de una derrota.
Y billetes.
Pero siempre conseguía una pizca de conciencia para no sacarlo de su memoria.
Era puta.
Era puta, pero romántica.
Era puta.
Pero había amado a una única persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario